Por: Eduardo Aguilar

La nueva edición de la copa de campeones de CONCACAF promete mucho, en parte por la rivalidad que se está asentando entre los equipos mexicanos y los estadounidenses. Qué liga es mejor, cuál tiene los mejores jugadores, y un sin fin de comparaciones más: los centroamericanos están borrados de la facpercepción elitista del fútbol. 

Por el dinero, por los estadios, por la competitividad de su liga, por los jugadores o incluso por el arbitraje; la marginación hacia clubes de centroamérica es latente. A pesar de que históricamente estos equipos han demostrado cierta “inferioridad” en relación a los mexicanos, el sabor y estilo de juego es único e incomparable; al grado de poner contra las cuerdas a América, Atlanta United, Tigres y Cruz Azul.

Ellos no buscan la grandeza y poderío que tienen equipos de esa envergadura; buscan ser el rival  incómodo. Saben que no son favoritos ni siquiera para su afición, pero eso es, de hecho, la motivación más grande que tienen. Entender su posición de “débiles” los hace querer matar a los grandes, y así se ve en cada entrada o jugada: se juegan la vida.

Tigres lo vivió, se fue a parar al estadio Cuscatlán (El Salvador) para ser derrotado 2 a 1 a manos del Alianza F.C. Este resultado será histórico, pues es la primera vez que un club salvadoreño vence a uno mexicano en una competencia oficial, y que mejor que al campeón de la década. 

América también sufrió en su visita a Guatemala. En un partido sumamente trabado, las águilas apenas rescataron el empate a un gol frente al Comunicaciones. La afición del Doroteo Gamuch Flores retumbaba a cada barrida, cada choque y explotó en el minuto 82 con el gol del defensa Gerardo Gordillo. A pesar de ello, en los minutos finales Sebastián Córdova logró rescatar el empate, en un partido en donde la victoria fue salir sin ninguna lesión. 

Otros que sufrieron fueron el  Atlanta United, que empató 1 por 1 con el Motagua de Honduras, y Cruz Azul, que derrotó en los últimos minutos al Portmore United, cuadro jamaiquino que dejó destellos de mucha calidad y no tanto de fuerza física.

No es culpar o satanizar el estilo de juego centroamericano: lleno de contacto físico, muy trabado en medio campo, con destellos de calidad pero también de torpeza. Hay que entender tanto a aquellos “débiles” que en encuentros así,  se juegan el partido de la vida; pero también debemos comprender a aquellos que portan una camiseta más “poderosa”, esos que saben que salir de ahí sin ninguna lesión es el verdadero triunfo. Claro que la esencia del juego es ganar, pero en formatos de ida y vuelta, en pueden darse el lujo de dejarlo para el juego vuelta en otras condiciones. 

Como conclusión hay que verlo como esto: la esencia del deporte contra el fútbol como negocio. Aquellos centroamericanos representan lo más puro y a veces duro que puede ser el fútbol en su noción más básica; mientras que los otros, “los grandes”, son ese fútbol comercial y exageradamente profesional, en el que los jugadores, más que eso, son la materia prima de una empresa que busca beneficios comerciales sobre los deportivos.

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