Rodolfo Pizarro: desequilibrante, encarador, diferente, promesa; estos y mil adjetivos más se le podrían poner al jugador que termina su estadía en el futbol mexicano para cumplir nuevos retos. El Inter de Miami será su nuevo hogar; él piensa que solo será por un lapso breve, que a partir de ahí podrá cumplir el sueño de emigrar al viejo continente, pues así lo habría acordado con el dueño del equipo David Beckham.

Lo presupuestado para Pizarro era que diera el salto directo a Europa, pues es un jugador, para muchos, con buenas características en el terreno de juego. Claro que la Major League Soccer tiene reflectores mediáticos, además que su club contará con alianzas extranjeras poderosas, por lo que sería posible su salida futura, como fue el caso de Miguel Almirón, paraguayo que emigró del Atlanta United al Newcastle.

Pero vayamos a un plano más real, el ex-rayado no se fue al viejo continente porque al igual que muchos mexicanos que “tienen todo para triunfar allá”, no tiene las capacidades ni las aptitudes. Sí, es un elemento que le da una cara diferente a la ofensiva de sus equipos, arrastra el balón por largas distancias, dribla a uno que otro rival, y puede conseguir balones parados: nada más que eso.

No es un ataque personal, es una realidad. “Piza” es ese jugador que demuestra destellos de mucha calidad, crees que es un jugador diferente, capaz de resolverte un juego, luego de eso esperas más y no te da nada. Esperas que pueda sacar alguno de sus trucos y solucione las cosas, pero no, no lo hace y no lo hará.

Su cláusula de recisión de contrato con Rayados era de 11 millones de dólares, un precio “módico”. Sin embargo, aquella llamada de algún club europeo, que no fuera de una liga exótica como la rusa, no sucedió: no por malas gestiones, no por una confabulación en su contra, fue porque no hay constancia en su carrera. Sí, ha sido campeón en donde ha jugado, pero si se analizan sus números, solo en Chivas tuvo participación medianamente destacable (10 asistencias y 8 goles en todas las competencias)

La discusión de si fue lo mejor que pudo hacer, acaba en un rotundo sí. En Monterrey estaba borrado, tan solo había jugado 32. 89% (148) de los minutos posibles (450), contará con el estatus de jugador franquicia y los dólares dudo que lo hagan sentir mal.

En Estados Unidos se acerca y se aleja a de su aspiración: por un lado, la promoción de la liga existe, pero hablando de lo importante, el nivel de juego, se aleja. Su progresión y características a mejorar (velocidad, mentalidad, decisión a la hora de finalizar, físico, etc.) en la MLS podrán verse estancadas, allí no mejorará por el nivel competitivo que maneja la liga. 

Pizarro no es el jugador que México esperaba, no vale los 19 millones de dólares que el Inter de Miami pago por él, no es la apuesta que haría un equipo del viejo continente para reforzar su plantel. Sí es la apuesta comercial y deportiva de los dirigidos por Diego Alonso, Sí es un jugador con calidad, pero no la suficiente, sí es otro que solo pretende hacernos creer que triunfará algún equipo europeo, aunque no lo hará. 

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