Por: Eduardo Aguilar

Mucho se ha hablado de la llegada de Javier “el Chicharito” Hernández al LA Galaxy, que con 31 años dará por culminada su estadía en el viejo continente. Las diferentes opiniones giran en torno a si la carrera del tapatío terminó, o si el club estadounidense lo fichó solo para tapar el hueco que dejó Zlatan Ibrahimovic y sus 53 goles en tan solo dos temporadas. 

Esa transacción entre el Sevilla y el equipo galáctico es un ganar-ganar para todos los implicados. Para el cuadro español por recibir alrededor de 10 millones de dólares, 2.3 más de los que pagó al West Ham por los servicios del mexicano; para el propio jugador, quien volverá al protagonismo y además se convertirá en el mejor pagado de la Major League Soccer (MLS), ganando 6 millones de dólares anuales más incentivos (según Forbes); y para el Galaxy quien encontrará en Hernández un goleador probado en Europa, pero sobretodo, una bomba mediática y comercial.

Enfatizando en los beneficios para la escuadra dirigida por Guillermo Barros Schelotto, la llegada del futbolista mexicano es sumamente atinada desde distintos puntos. El primero es que es un jugador ya probado en las mejores ligas del mundo, 121 goles en sus 10 años en Europa avalan que pueda aportar en el tema deportivo. 

El segundo es su impacto mediático; el amplio mercado mexicano y latino en Estados Unidos es campo propicio para que la imagen de “el Chicharito” sea potencializada y así los ingresos económicos sean mayores para el club (venta de playeras, posible incremento en precio a entradas de los partidos, nuevas campañas de publicidad).

El tercer punto es la rivalidad con el equipo vecino Los Angeles F.C. en donde milita su compatriota Carlos Vela. Aquí el beneficio comercial también estará latente pues con su incorporación se busca mantener el éxito taquillero de temporadas pasadas: cuántos no quisieran ver un duelo de arietes mexicanos compitiendo por ganar “El Tráfico”.

La carrera de Hernández ganó también, quizá los románticos del fútbol creen que es una salida fácil y una pérdida de la esencia competitiva, pero a él ya no le quedaban muchos cartuchos por jugar. Con 31 años, su hambre y constante lucha, cosas que lo caracterizaron gran parte de su carrera, se apagaron de poco en poco. Después de su paso por el Bayern 04 Lerverkusen no se vio a aquel Javier con el que muchos se cautivaron: ni siquiera una baja del 50% en su salario cuando cambió del West Ham al Sevilla lo lograron despertar.

Está por convertirse en un jugador millonario a un costo muy alto, el mayor rompe redes en la historia de México ha decidido ver al futbol como un trabajo, como una profesión, no más que eso; ese entusiasmo con el que antes lo miraba ha desaparecido. 

No es criticable, siempre y cuando se mire desde un punto superficial, es decir, pensemos en los beneficios: ganar mucho dinero para asegurar su futuro, ser una estrella en el campo y fuera de ella, lucir su juego en una liga de baja exigencia, y convertirse en ídolo temporal del Galaxy. Como él mismo ha comentado en su primera entrevista como futbolista galáctico para LA Times: “Es como cuando la gente me describe jugando…siempre estoy en el lugar correcto y momento correcto”. 

Sin embargo, si se analiza desde la pasión y amor por el balompié, y aquella esencia que construyó la figura de Javier Hernández, es un acto lleno de conformismo y mediocridad. No se sabe qué siga después para el jugador, pero lo que sí es un hecho, es que el mito que fue “el Chicharito”, hoy ya no es, y seguramente no volverá a serlo.

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