Esta temporada he asistido más a los partidos femeniles que a los varoniles en nuestro bello país, la realidad es que desde el primer instante al que asistí a uno la emoción me invadió, el ver a tantas mujeres en el terreno de juego me abrió los ojos y caí en cuenta de que era ya no solo un sueño, si no una realidad.

Pero está realidad vendría empapada de miles de cosas por atrás, iniciamos por los bajos salarios que a comparación de los futbolistas de primera división profesional SON UNA BURLA. Dónde ha habido jugadores con sueldos inimaginables, a duras penas podríamos mencionar que un promedio de sueldo para una futbolista profesional en el máximo circuito de nuestro país oscila los $2,000 a $5,000 pesos mensuales, habiendo quizá excepciones.

Lo segundo que ha sido evidente es la casi nula asistencia de los aficionados a los estadios, parece que al final del día nuestra sociedad sigue marcando la diferencia entre los hombres y las mujeres, dónde en plazas con fútbol femenil no se paga por accesar a verlas jugar. El chip no termina de encajar, y es que las mismas directivas (MUY A MI PARECER) no han conseguido esa unión entre la afición y las jugadoras. Me dirán ustedes, «pero las cifras oficiales marcan pues una asistencia normal, buena»; desgraciadamente (y hemos sido testigos) en algunas ocasiones se altera esa cantidad. LAMENTABLEMENTE.

Lo tercero y va aunado a lo antes mencionado, es la inversión que los equipos le dan a estas categorías para viajes, comidas, hospedaje, etc. Hace unos días las jugadoras de Necaxa Femenil llegaron en vivo a su juego, todo porque la directiva las mando el mismo día a su partido, y ojo que no son las únicas, la mayoría (si no es que todas) llegan horas antes del partido, calientan, juegan, comen y se van de regreso a su destino. ¿Creen ustedes que de esta manera se va a tener el mismo rendimiento? Y vuelvo a lo mismo, porque no mandar a sus categorías varoniles el mismo día a juego, o que viajen toda la noche expuestos a cualquier situacion en las carreteras… Y se que muchos me dirán «pues si, pero no es lo mismo que gane Pachuca Varonil a Pachuca Femenil, tiene más historia, nos dan títulos…» y así podríamos seguirle, con mil excusas que al final quedan solamente en eso.

Hablemos también de la falta de organización, lo que pasó con Xolos Femenil la semana pasada es inaceptable, las chicas tienen que ser reconocidas como lo que son, jugadoras profesionales. ¿Apoco creen que algún jugador de la primera división profesional hubiera ayudado a recoger? Claro que no, habrían mandado a utileros, gente de logística del estadio… Es más, en primer lugar ESO NO HUBIERA PASADO.

El día de ayer las jugadoras del Club Puebla Femenil levantaron la voz, al decir que el cuarto árbitro les pidió mostrar la parte SUPERIOR debajo de su short de juego, y me dirán «y la equidad de género?» «a los hombres les hacen lo mismo» «solo se quejan cuando les conviene»… Y lo redacto porque fueron solo algunos de los mensajes de hombres y mujeres que me encontré en redes sociales, honestamente la ignorancia hace que comenten de está manera. El protocolo indica si una revisión de licra, esa misma que usan los jugadores y las jugadoras debajo de sus shorts de juego, la revisión se hace por debajo; es decir se levanta el short para mostrar la licra (en caso de traer) y que está sea del mismo color del short de juego. Esto lo saben todos aquellos que han estado dentro de un vestidor.

Ahora sabiendo esto, siguen pensando que lo que realizó el cuarto árbitro ¿estuvo bien?, es una falta de respeto a la integridad de las personas que estuvieron involucradas, una invasión a su espacio personal, y no lo digo yo, lo dicen las mismas chicas que fueron agredidas.

Desgraciadamente y todos lo sabemos los equipos de la categoría femenil no están siendo negocio para los dueños de los equipos, y si, aunque sigan negando lo el fútbol es un negocio. Pero estás cosas que ocurren van directas a un desinterés y una desobligacion por parte de los altos mandos, les hago una atenta invitación para que presten atención a sus jugadoras, a sus necesidades porque son ellas quienes viven la amarga realidad de la Liga BBVA Femenil.