Nick Kyrgios el nuevo un talento del mundo del tenis, que su fama se debe más a su rebeldía que de sus hazañas, ayer volvió a hacer de las suyas al agredir y burlarse de Rafael Nadal. Empecinado en montar y mantener su imagen de “chico malo”, este tenista irreverente no se cansa de mostrar en cada uno de sus partidos que las reglas le importan poco, y que ganar no es suficiente para alguien como él.

 El australiano ha mostrado capacidades para considerarlo como, si no el candidato, sí uno de los prospectos para estar en instancias finales, pero todas sus actuaciones y habilidad se ven manchadas u opacadas por su polémico comportamiento dentro del rectángulo; Kyrgios es capaz de romper raquetas o de tirárselas al público, de lanzar sillas a la cancha, de desesperar al oponente con saques de cuchara, de recordarle al rival en pleno duelo con quién se ha acostado su novia, de dormirse en el asiento durante un partido de Grand Slam, de dejarse ganar porque se ha cansado de jugar, y ahora hasta un pelotazo a propósito al rival.

Hace tiempo que el australiano no es noticia por su tenis, sino por sus polémicas; Kyrgios es una mina de oro para las redes sociales, el contenido y el debate, pero tristemente un pésimo ejemplo para el deporte. Si Kyrgios se dedicara más a jugar al tenis que a alimentar su fama de chico malo, estaría  dentro del top mundial de la ATP, porque calidad tiene de sobra, pero parece no interesarle en lo más mínimo, y lo que le gusta es ser el villano de la película.

Rafa Nadal lo dijo claro tras su último duelo en Acapulco: “Es un buen chico, pero le falta un poco de respeto al público, hacia el rival y hacia sí mismo”, y es que a tal grado es su irreverencia, que ni siquiera tienen un entrenador, lo que hace evidente su problema con una figura de autoridad y también de su talento, pues sin un “maestro” ha llegado a instancias finales. 

El australiano divide opiniones, hay quienes critican severamente su comportamiento, y otros que lo aplauden por salir de lo establecido, por ser algo fuera de lo común, pero eso sí, con Kyrgios en la cancha, cualquier cosa puede ocurrir, y no sólo en el marcador.

  • Por Diego de la Vega.

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