Por: Eduardo Aguilar

El Coronavirus ha alcanzado las fibras más sensibles de la humanidad, y en el deporte, ha paralizado absolutamente todo. No hay juegos, no hay estadios, no hay transmisiones, no hay nada. Ese campo desértico que hoy es el fútbol, alimenta esa sensación de alarma y emergencia que nos ha traído la pandemia. No sabemos cuándo volverá, a pesar que se hayan planteado fechas tentativas: como duele esa incertidumbre. 

Hablando en pérdidas, todos sufren: pierde el club que no está recibiendo ingresos; pierden los aficionados que no disfrutan del espectáculo con la pelota; pierden los trabajadores que día con día se matan trabajando  para llevar un pan a la casa, y que hoy, la cuarentena los ha puesto contra las cuerdas; pierden los limpiadores, cocineros, y staff en general; pero, ¿los jugadores están dispuestos a perder? 

La glorificación a las figuras que juegan en el terreno de juego, es tal, que damos por sentado que ellos no sufrirán económicamente en esta cuarentena. Gran parte de ellos, con sus salarios estratosféricos, bien pueden hacer cuarentenas cada que les dé una gripe, si así lo quisieran. Claro que parar no es para todos, unos pueden, otros deben, pero otros no, otros ni siquiera lo imaginan, su tipo de vida se los hace inviable. 

Ante tal panorama, diversos clubes se han planteado la idea de reducir o congelar los salarios de sus planteles, para evitar que la pandemia afecte directamente a los bolsillos de otros empleados que no salen en los medios, pero que hacen que todo el éxito sea posible. Los clubes no están generando ganancias, pero los contratos exigen un pago cada mes; tal vez para los equipos poderosos esto no trascienda, pues cuentan con la solvencia para gestionarse. ¿Pero qué pasará con los clubes modestos? Esos equipos “chicos” que carecen de un impacto mediático global, o con un “colchón” para evitar la crisis. 

Clubes como el Borussia Mönchengladbach, decidieron renunciar a una parte de su salario, lo que significaría una inyección económica para el club alemán, de un millón de euros al mes. Quizá no sea la gran cosa, en el mundo del fútbol europeo, pero es algo. Se pensaría que no es importante, pero claro que lo es; imaginemos que es como si los jugadores decidieran pagar el sueldo de otros trabajadores, que por la situación que vive el mundo, se han visto en la obligación de dejar de laborar.  Olympique de Lyon es otro de los casos. El club decidió suspender el salario de los futbolistas, para evitar fallas en los números. Sin embargo, recibirán una retribución futura por parte del gobierno y el club por tipificarse como despido temporal. 

Algunos lo consideran algo inviable, buscan el beneficio del trabajador (futbolista), y claro que es válida esta causa. Todo trabajador debe recibir un sueldo ante tal crisis. Pero hay que verlo desde una óptica en la que, el fútbol para algunos, más que un trabajo, es un pozo inagotable de dinero. 

Aquellas figuras que acaparan casi todo el porcentaje del capital destinado para salarios dentro de una organización, deben tener sentido común, deben dejar de lado el papel de semidioses y ceder; ceder para que aquel hombre y mujer cotidiana, puedan llevar un pan, un medicamento o lo que sea necesario ante el brote que hoy azota al mundo. 

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